22.11.08

Sandía

Llegó a casa pronto, se puso traje de noche y, tras dudarlo un segundo, no más de dos, se lanzó desde su ático, dirección calle, en un vuelo intenso e impredecible hasta el momento, si no fuera porque la pajarita saltó de su cuello dejando al descubierto las múltiples marcas de sogas ya olvidadas, y la camisa mostró los enormes cortes en las venas de los brazos ya cicatrizados; entonces, entendiendo ya el gesto, pudo apreciar como sus sesos, al contacto con el suelo (splash), reventaron como una sandía.

Y fue entonces cuando vió la película de su vida, en blanco y negro por supuesto, y se detuvo en el verano del 94, en el justo momento en el que su madre le limpiaba con un pañuelo sucio y vomitivo el rastro celestial y pegajoso de sandía que caía de sus labios hacia el cuello, sin detenerse.

Sonrió, se levantó, saludó a Pedro y entró en el cielo como si nada hubiera pasado.

Día tonto - Pastora