El retorno fue gris de niebla. De color ceniza, de humo del siglo XIX. De torres de hierro monumentales, de edificios a emperadores y vencidos.
Y de castillos de bellas durmientes, disfrazadas y esperando besos de los apuestos príncipes que, en el último segundo, llegan sin fallar a su cita.
Y es que París tiene esos contrates, dependiendo de si lo miras tú o el niño que fuiste.
Y de castillos de bellas durmientes, disfrazadas y esperando besos de los apuestos príncipes que, en el último segundo, llegan sin fallar a su cita.
Y es que París tiene esos contrates, dependiendo de si lo miras tú o el niño que fuiste.
M'encanta París - Joan Miquel Oliver