Seguía sin entender lo que pasó aquella noche. Sus mejores jeans, unos vaqueros Levi's desgastados, a la moda, rotos en las costuras y de un color oscuro casi negro; su camiseta de la suerte, naranja y llamativa; sus gafas de sol, italianas y de triunfador; su pelo engominado, sin apelmazar, firme y sujeto en posición perfecta. Y una muchacha, no sabía de donde, ni su nombre, ni su edad, ni si estudiaba, ni si trabajaba; pero con unos pechos enormes. Que ni le miró. Y, cuando llegó a casa, con unas copas de más, y tras quitarse sus mejores vaqueros, su camiseta preferida, dejar las gafas encima del escritorio, lavarse el pelo y quitarse la grasa acumulada de toda la noche, sólo pudo que quererse mucho, muchísimo, más de lo que hubiera hecho en su época adolescente, y dormirse con el calzón húmedo y esperando que, en la próxima salida, la chica de los pechos enormes, como mínimo, le mirara de reojo, para tener una cara en la que proyectar todo el amor que tenía y que, de momento, sólo se transmitía a él mismo.Jackie Big Tits – The Kooks
